Conversar con el dolor,
para superarlo,
es como dialogar
con una flor
que de a poco
se está marchitando...
Tus manos se llenan
de impotencia,
no quieres que muera,
no quieres ver su pétalos,
caer sobre la pena...
Entonces la riegas,
como al dolor,
la consuelas,
en un dulce diálogo de amor...
Es así como te enfrentas
con dulzura y sin ira,
a ese dolor que hoy
está agitando tu vida...
Ya verás que florecerá
la dicha,
como volverá la flor
a ser semilla...
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